Un Amor en Invierno

El invierno llegó temprano aquel año, cubriendo la ciudad con su aliento gélido, envolviendo las calles en una sinfonía de nieve y silencios. Los días eran breves, las noches eternas, y en cada rincón latía un frío que calaba hasta los huesos. Pero no en mi pecho. En mi pecho ardía algo distinto, un fuego tibio que ni las heladas más intensas pudieron apagar.Dicen que el invierno es una estación solitaria, que el frío nos aísla y nos vuelve cautelosos, pero para mí, fue todo lo contrario. Fue en medio de la bruma blanca y del aliento convertido en vapor, donde lo encontré, o tal vez, donde nos encontramos. Un café entre las manos, una mirada atrapada en cristales empañados, un roce fugaz entre guantes de lana. Fue tan breve, tan irreal, que llegué a pensar que había sido solo un sueño.