La revolución

El hecho es que ya se acabaron las revoluciones. Las revoluciones de cambio, transformadoras, promovidas por las gentes para convertir las vidas de otras gentes terminaron como las margaritas de los amantes: deshojadas y muertas. Las revoluciones ya son cantos perdidos al vacío, lirios secos, muertos olvidados. Hoy le llamamos revolución a lo que cuatro pelagatos hacen en una calle quemando carros, matando gente o acabando con todo lo que les este por delante; lo que hoy es la revolución es simplemente una oda para unos mequetrefes que buscan obtener favores con vidas ajenas acabadas. Las revoluciones que hoy existen son ya hechas por los grandes capitales, no para cambiar existencias sino para sepultarlas. Las llamadas gestas revolucionarias tienen como fin engrosar las cuentas bancarias de unos, los peculios de otros y van en detrimento de la existencia de aquellos que viven para sobrevivir. Hubo revoluciones, hubo revolucionarios, pero están anclados en el pasado en donde sus odiseas quedaron... Ya no hay revolucionarios sino petimetres cargadores de banderas individuales y a esos que dicen defender que coman mierda para que ellos puedan comer caviar.